Los niños también pueden

Victoria Estrada demuestra que, con voluntad y disciplina, la obesidad infantil tiene solución

Lucero Amador

Los kilos de más no sólo son una cuestión de estética. Los niños y niñas gorditos han dejado de ser “bonitos” y bien “sanos”, como los catalogaban algunos; ahora son la auténtica epidemia del siglo XXI.

La obesidad de los menores ha generado preocupación en las autoridades de salud de todo el mundo, por lo que los gobiernos han implementado medidas que ataquen el sobrepeso, el cual es culpable de varias enfermedades, una de ellas la diabetes.

Sin embargo, los esfuerzos de las autoridades y las múltiples campañas que promueven la alimentación sana y el ejercicio no han ayudado a reducir las estadísticas de obesidad infantil. Es que la tarea no es fácil. Si para un adulto resulta difícil someterse a una dieta, para un menor es aún peor. ¿Cómo darle a entender que no debe comerse una hamburguesa con queso, papás fritas y un refresco, en una misma comida?

Sin comprender la preocupación de los gobiernos, ni de que su obesidad es una epidemia mundial y mucho menos de lo que son las dietas, a Victoria Estrada, de 7 años de edad, le afectó más que los niños de su escuela se burlaran de ella por ser gorda.

Marina Herrera, madre de Victoria, cuenta que a los 5 años de edad su hija ingresó al preescolar y un día llegó llorando, afectada porque sus compañeros la llamaban gorda.

Herrera, quien junto con su familia vive en Texas, cuenta que le dolió tanto ver el estado emocional de su hija que decidió llevarla al médico para recibir ayuda.

En la casa de los Herrera nunca les había preocupado el sobrepeso de Victoria. Tienen otros dos hijos que, aunque comían demasiado, no presentaban el mismo problema. Así que comían lo que pedían.

“Jamás nos imaginamos que la obesidad de Victoria fuera un problema de salud”, dice Patrick, su padre, “la gente nos decía que se veía curiosita”.

De los 100 a los 70

Marina y Patrick decidieron llevar a Victoria con su pediatra para que la ayudara a bajar de peso.

“Como padres nos dolía ver triste a nuestra hija e íbamos a hacer hasta lo imposible para verla siempre feliz”, dice Marina.

Con el médico no hubo mucha ayuda, cuenta el matrimonio; su diagnóstico fue que la niña era muy pequeña y que conforme se desarrollara su obesidad desaparecería, que no había de qué preocuparse.

A los 5 años de edad, Victoria pesaba 45.8 kilos.

Marina y Patrick no se quedaron satisfechos, así que decidieron llevarla con su médico personal, quien les abrió los ojos a una realidad que no esperaban.

“No sólo nos dijo que la niña necesitaba ponerse a dieta, sino que estaba a un paso de que se le suministrara insulina porque estaba propensa a padecer de diabetes”, relata Marina.

Aunque su madre había detectado una mancha muy marcada en el cuello de Victoria, creía que se trataba de mugre, no de uno de los síntomas de la enfermedad.

La diabetes infantil, o del tipo 1, aparece cuando el cuerpo deja de producir insulina, la cual es necesaria para procesar el azúcar que consume el cuerpo.

El día en que recibieron el diagnóstico, comenzó la lucha por acabar con la obesidad de Victoria, pero la dieta en la casa de los Herrera no sólo fue para la niña, sino para toda la familia.

“Cómo impedirle que comiera ciertos alimentos y nosotros consumirlos o ponerlos a su alcance”, dice Marina.

Eso no fue todo, también fue a hablar con los directores de la escuela de su hija para que le cambiaran el menú y le ayudaran a controlar el peso de la menor. Además, Victoria se puso a bailar y a hacer ejercicio.

Luego, Victoria vio por televisión la promoción de un maratón para niños con diabetes y pidió a sus padres que la llevaran porque se trataba de menores que tenían su mismo problema.

En casi dos años ella es otra niña. Su peso se redujo a 35.4 kilos, es de estatura alta y muy atlética; muestra su nuevo rostro y hasta presume su peso con gran triunfo, como lo haría cualquier adulto que hubiese cumplido una importante meta.

“Me siento muy orgullosa de lo que he logrado”, dice Victoria, “tomo mucha agua, hago ejercicio y mi comida es poca”.

Entre la tentación y lo saludable

Disciplinar a los padres para que sus hijos coman saludable es la tarea más complicada, porque muchos de ellos no logran tener en casa una alimentación saludable, dice el doctor de medicina familiar Rodolfo Arévalo, con práctica en la clínica médica Arévalo, en Los Ángeles.

El constante bombardeo por televisión de comida “chatarra” y lo accesible —en costo— que suele ser este tipo de alimentos son obstáculos difíciles de eliminar.

Arévalo dice que las campañas de información sobre obesidad han sido fructíferas porque ahora la población está informada sobre los problemas de salud que genera el sobrepeso.

Incluso, señala, los padres están cada vez más preocupados de que sus hijos realicen actividades físicas. Lo que no han logrado es balancear la alimentación.

“Comer sano es costoso”, expresa el médico.

Marina reconoce que no fue una tarea fácil dejar de comer lo que más le gusta, pero tampoco se trató de alejar a la niña de todos los alimentos que le gustaban.

“La niña come de todo, pero en cantidades pequeñas. Si come hamburguesa, debe ser de pavo, sin papas”, dice Patrick, su padre.

El doctor Arévalo señala que la obesidad es un problema grave porque las estadísticas no han disminuido y los padres tampoco han hecho lo suficiente por evitar ese daño en sus hijos. Aunque, aclaró, en algunos menores de edad su problema de obesidad se debe a una cuestión genética.

Es importante, dijo el entrevistado, que si su hijo o hija es obeso, acuda a su médico para que lo examine y le proporcione ayuda.

“No es una exageración llevar a su hijo al médico sólo porque está gordo, sería una exageración esperar y llevarlo cuando ya tiene diabetes”.

Recomendaciones

El doctor Arévalo recomienda:

• Que los padres cuiden lo que comen sus hijos.

• Evitar que pasen mucho tiempo frente al televisor.

• Ponerlos a hacer alguna actividad física.

• Someterlos a revisión médica constante si están gorditos.

• Revisar su cuello, en la parte de atrás, para detectar si aparece una mancha café (aparenta ser mugre en el cuello, pero puede ser una señal de diabetes).

En detalle

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), hay más de 2,000 millones de niños y adolescentes en el mundo, y el 35% de esa población infantil tiene problemas de obesidad.

Cifras del Centro de Control de Enfermedades (CDC) señalan que cada año se diagnostica diabetes del tipo 1 a más de 13 mil niños y jóvenes.