Ni anorexia ni bulimia, trastornos atípicos

Los trastornos atípicos de la alimentación ya representan el 40% del total de trastornos de la conducta alimentaria

Las características de la anorexia y la bulimia se han divulgado notablemente en los medios de comunicación en últimos años y, en cierto modo, resultan familiares para la población. Pero existen otros trastornos de la conducta alimentaria, entre los que figuran los llamados trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TECANE), los trastornos por atracón y casos iniciales o parciales de anorexia y bulimia. Estos trastornos atípicos son menos conocidos y, sin embargo, cada vez más frecuentes.

Los trastornos atípicos de la alimentación significan casi la mitad del total de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Comenzaron a diagnosticarse como tales a finales de los años noventa. Inicialmente, dentro de esta categoría de «atípicos» se incluían casos parciales de anorexia o bulimia, esto es, que no cumplían todos los criterios para ser una anorexia nerviosa o bulimia nerviosa puras. «Era un cajón de sastre», hasta que en los últimos cuatro o cinco años «se han ido identificado distintos tipos de trastornos entre los atípicos», informa Fernando Fernández-Aranda, responsable de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario de Bellvitge, de L´Hospitalet de Llobregat (Barcelona).

Trastornos atípicos

Entre los atípicos figuran los trastornos por atracón, que han comenzado a identificarse mejor en los últimos cinco años y que, anteriormente, pasaban desapercibidos. Se estima que el 20% de las obesidades son debidas a un trastorno por atracón enmascarado, afirma Fernández-Aranda. Las personas que lo padecen acuden al endocrinólogo o a un dietista para seguir una dieta, pero fracasan en su intento de seguirla una y otra vez y no consiguen bajar de peso.

Comen más de la cuenta de forma descontrolada. El 25 % de estos afectados son varones (mientras que en otros TCA la proporción de hombres afectos es anecdótica). El trastorno que sufren suele ser recurrente y alargarse en el tiempo y se manifiesta más tardíamente que otros TCA, a partir de los 30 años. Los pacientes llevan entre cinco y seis años de evolución cuando acuden a una consulta psiquiátrica, pero el resultado del tratamiento suele ser favorable.

Parte de los trastornos clasificados como trastornos atípicos de la alimentación son, en realidad, una anorexia o una bulimia que se detectan en fases muy iniciales, tras un corto periodo de duración de entre cinco u ocho meses. La buena noticia a este respecto es que el trastorno se detecta a tiempo, cuando aún no se ha desarrollado de forma completa. Así, los pacientes con una anorexia incipiente tienen mejor pronóstico, se suelen recuperar con normalidad y ganan peso.

Los trastornos de la conducta alimentaria no especificados, TECANE, son los trastornos atípicos puros. Los afectados no cumplen los criterios ni para ser clasificados como anoréxicos o bulímicos y, aunque transcurran cuatro o cinco años desde el inicio del trastorno, siempre mantienen síntomas parciales, pero no todos, de anorexia o bulimia. Estos casos son más resistentes al tratamiento.

En alerta

Los síntomas que deben alertar a los familiares o al propio paciente de la existencia de uno de estos trastornos son los propios de cualquier TCA, como pensar en exceso en la alimentación invirtiendo mucha energía en ello, contar calorías, el inicio de discusiones familiares y el retraimiento social. A juicio de Fernández-Aranda, para comprender los síntomas de los trastornos atípicos, primero hay que conocer los propios de la anorexia y la bulimia puras. En referencia a la primera, explica que la afectada o afectado tiene una gran preocupación por su peso, por su imagen y un gran temor a aumentar de peso.

En ocasiones, sufre amenorrea (deja de menstruar) a consecuencia de la pérdida de peso que puede tan importante que su índice de masa corporal (IMC) se sitúe por debajo de 17,5, cuando el valor normal está entre 20 y 25. Pero cuando el trastorno es atípico y no cumple todos los criterios para ser una anorexia puede ocurrir, por ejemplo, que la pérdida de peso no sea tan acusada. La bulimia se caracteriza porque la persona tiene la sensación de perder el control, como en la anorexia, siente una gran preocupación por su imagen y su peso y se da dos atracones a la semana como mínimo, seguidos de una conducta compensatoria, como son los vómitos.

Según estos criterios, no es una bulimia pura aquella en la que la paciente se da un atracón o se autoprovoca un vómito al mes. Pero si esta situación, aunque mensual, no es esporádica sino que se repite a lo largo del tiempo, entonces se estaría ante un TECANE. A diferencia de la bulimia, el trastorno por atracón se caracteriza por episodios de sobreingesta tras los cuales no hay una conducta compensatoria, de modo que el afectado suele ser obeso.

Los atracones no son puntuales, sino que sufre episodios regularmente, una vez a la semana. Acude a la comida como «una válvula de escape, de forma constante y regular», según Fernández-Aranda. «Realmente estos cuadros tardan en diagnosticarse porque al ser síndromes parciales repercuten menos en la vida de las personas y hace que vengan menos motivadas a la consulta. Si no nota las consecuencias del TCA, la motivación es inferior», añade. Como consecuencia, estos casos, salvo anorexias y bulimias que se detectan precozmente, se tratan más tardíamente y su resolución no es tan favorable.